Me declaro “impresionista”

He estado divagando estos días sobre el Impresionismo como concepto, y a todo esto porque hace ya muchos años atrás en una de mis clases de Universidad me vi envuelta en una discusión sobre la interpretación de algún texto literario o poético -a esta altura ya ni recuerdo de qué iba el tema-, y para dar por cerrada esa discusión, mi oponente ya sin argumentos de disuasión,  se aproxima a mí y declara en tono enérgico: “Tú eres una persona  impresionista”.

Ahora que lo pienso -no sé si con mayúscula o minúscula la palabra-, en aquel entonces, me “impresionó” mucho esa declaración, y solo atiné a identificarlo muy vagamente con el movimiento artístico surgido en Francia a fines del siglo XIX. Luego de esa declaración dicha por mi oponente, mi mente voló rápidamente hacia la luminosidad de un mundo blanco y celeste. Recuerdo que evocar esa imagen me tranquilizó y produjo en mí un curioso estado de armonía.  Nunca olvidé esa sensación e “impresión”.

Hoy, he buscado en el Diccionario la definición formal de la palabra:

Escuela pictórica que floreció en Francia hacia el año 1874 por obra de Claude Monet (1840-1926) y otros artistas; deriva este nombre del hecho de pretender sus seguidores trasladar sobre el lienzo su particular impresión visual del objeto considerado, haciendo, para ello, centro del cuadro la atmósfera luminosa que rodea este objeto”.

Y también se define como:

Manera artística o literaria de considerar y reproducir la naturaleza, atendiendo más que a su realidad objetiva a la impresión subjetiva o personal”.

Obviando el primer aspecto de la definición, la que se centra en el movimiento artístico, atenderé a la segunda idea que señala que un “Impresionista” es aquel que centra la atención en el objeto de análisis desde su particular mirada, o sea una visión subjetiva, o volviendo una vez más a la dichosa palabra, a su “impresión personal”.

En el caso particular que señalo arriba, interpretar literatura o lírica se transformó en una actividad muy interesante y atractiva para mí, una vez que tuve todas las herramientas de análisis a mi disposición; aunque, tal vez en aquel entonces me dejé llevar por la pasión de un imagen poética o alguna idea que despertó en mí un tipo de sensación.., no lo sé.

Lo que sí puedo decir es que esa experiencia en el aula universitaria me dio claves para interpretar el mundo y conocerme mejor.

Y ahora me pregunto, qué es el mundo de las cosas y de nuestras relaciones personales, sino meras interpretaciones de la realidad que exploramos a través de nuestros sentidos y de una “impresión propia” que se configura de acuerdo a nuestros valores, creencias, preferencias, costumbres, educación, etc.

Finalmente, podría concluir de acuerdo a este simple análisis, que todas las personas somos “impresionistas”, puesto que de eso estamos hablando, siempre partiendo de hechos objetivos pero cada quien otorgándole a su discurso un matiz diferente. Ahí está la riqueza o ‘magia‘ como dirían algunos: Creando continuamente ideas, pensamientos, palabras y acciones pero con un sello propio.

Beatriz.

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